La tercera revolución en el sector de los despachos profesionales irá unida a un cambio en la gestión de los recursos humanos
Cada vez existe una mayor certeza de que no hay calidad sin un equipo humano que se implique. Para ello, la asesoría debe invertir esfuerzo apoyando a sus colaboradores para que éstos se reciclen y mejoren sus servicios, abaratando costes e integrándolos en la organización.
Los empleados y profesionales, mediante acciones de sensibilización y formativas, deben sentir que forman parte de la organización. Asimismo, los clientes también tienen que participar opinando, aportando sus expectativas y también sus quejas para optimizar el sistema.
Pero, ante todo, hay que conseguir que el empleado de la asesoría, de ser un sujeto pasivo que piensa «a ver qué pasa», se transforme en sujeto activo. ¿Qué implica, eso? Por ejemplo: se comunica con sus compañeros, promueve mejoras, busca el ahorro de tiempo (lo aprovecha) y de costes y ve en la mejora de la calidad el camino de la supervivencia y del desarrollo.
En este cambio de valores está implícito un cambio cultural de la plantilla: un desarrollo de mentalidad, un nuevo aprendizaje y entrenamiento para la coordinación, cooperación, trabajos en grupo, cambio de actitudes, motivaciones o percepciones.
Para implantar un sistema de calidad y mantenerlo hay que contar desde un principio con todas las personas que componen la asesoría, porque la calidad se gestiona, no se controla. La calidad la gestionan las personas cuando comprenden que forman parte de un equipo en el cual son importantes.
DESPACHOS PROFESIONALES (CDDP)