Dirigir desde la inteligencia emocional
En este artículo hablaremos de la conveniencia de aceptar e incluso estimular las distintas formas de ser de los miembros de una plantilla. Es decir, el titular de la asesoría ha de saber encontrar el equilibrio entre lo que implica imponer unas normas de obligado cumplimiento y el respeto (e incluso la bienvenida) de aquellas acciones o aportaciones individuales que, aún apartándose de las normas del despacho, claramente pueden enriquecerlo.
El titular de una asesoría, al igual que ocurre con la mayoría de humanos, tiene una cierta tendencia a pensar que lo que está bien es precisamente aquello que le gusta. Es decir, tiende a juzgar que algo es correcto cuando se ajusta a sus propios parámetros. Por tanto, busca que todo se haga de modo parecido a “como él lo haría”. Precisamente, este error común a la mayoría de humanos, pero con peores consecuencias para aquellos que deben dirigir una organización.
Esta miopía a la hora de valorar lo que se hace en un despacho es lo que dificulta quesea posible la delegación en el mismo, por ejemplo. Pero lo que es más grave es que supone un obstáculo para que los profesionales y trabajadores hagan sus aportaciones a la organización.
Precisamente, los titulares de un despacho deben fomentar una dinámica que facilite la mejora de las contribuciones de los empleados. Se trata, por lo tanto, de que la gente deje de hacer las cosas simplemente corriendo. Para ello, es imprescindible contar con un tipo de cooperación, que no es exigible por contrato, sino por voluntad.
DESPACHOS PROFESIONALES (CDDP)