Cómo transformarse digitalmente y no morir en el intento: ¿por qué cuesta tanto adaptar la digitalización y tan poco fracasar?
Hace poco más de un año se publicaba el informe "Radiografía de la transformación digital en los despachos" realizado por AlterWork y El Confidencial. En él se analizaba el estado de los despachos profesionales en general, pero con especial atención al impacto real del Covid-19.
Autor: Lluís Vicente Hernández
Head of Consulting & iX
En el informe se partía de la hipótesis, con cierta esperanza, de que la pandemia debería haber acelerado, como en otros sectores, el proceso de digitalización y transformación. Nada más lejos de la realidad, los resultados eran concluyentes. Más allá del uso de plataformas de videoconferencia, tímidas automatizaciones y temas de ciberseguridad, se estaba en un mismo punto que antes de marzo de 2020.
Seamos honestos, la innovación, entendida como un proceso en el que explora nuevos modelos o servicios para luego poder explotar mejoras en el negocio, no es un motor que mueva la industria legal. La estructura y tipo de negocio tradicional de las firmas ponen el énfasis en el corto plazo para generar ingresos que aseguren una buena rentabilidad. Bajo este paraguas, encontramos que la adopción y transformación de las empresas a través de novedades o aplicaciones digitales es poco avanzada.
A poco que hayamos participado, leído o propuesto un cambio en este ámbito, sabemos que la transformación digital es una carrera de fondo por su carácter transversal y de cultura dentro de la organización. Esto implica altas dosis de paciencia, pensar a largo y tener una visión resiliente de hacía dónde queremos llevar el despacho. La teoría la sabemos, ¿pero por qué cuesta tanto encontrar despachos, independientemente de su tamaño, que puedan llevarla a la práctica y realizar cambios significativos en este ámbito?
Podemos detectar algunos puntos de dolor que son una constante y que significan barreras reales para todo el sector. Veamos algunos.
DESPACHOS PROFESIONALES (CDDP)