Todos los directivos y empresarios inician el año con sus expectativas, sus ilusiones, pero también con sus temores. Deben hacer frente a los muchos compromisos y retos que nos plantea nuestro entorno, nuestros clientes, nuestra competencia y nuestro equipo humano. En ese escenario es habitual plantearse algunas de las siguientes preguntas: ¿Cumpliremos los objetivos?, ¿Cumpliremos nuestras promesas?, ¿Tendremos capacidad de inversión y renovación?, ¿La situación económica se mantendrá o empeorará?, y así sucesivamente podríamos añadir más preguntas.
Fotógrafo del ‘Star System’ de Hollywood
¿Cuál es la mayor lección que le ha dado la vida? Escoge bien tu trabajo porque ese será tu refugio…
Ante semejante desafío o “miedo escénico” los años y la experiencia me han enseñado que no hay respuestas o soluciones de manual, lo único que te puede salvar y guiar es la profesionalidad que apliques en tu día a día y en la toma de decisiones. Esa es la mejor receta para salir airoso del envite, y lógicamente contando también con que la suerte nos acompañe un poquito, aunque algunos lo niegan, yo soy de los que creen que la suerte o la fortuna también son importantes en la vida. Por ese motivo, al inicio del 2019 creo que puede ser importante reflexionar sobre el significado, una vez más, de la profesionalidad, y si lo que hacemos, nuestro proyecto profesional, nos continúa gustando o no.
Quien mucho ha profundizado en la idea de profesionalidad fue mi admirado David H. Maister, sus ideas, reflexiones y consejos todavía siguen plenamente vigentes. Él sitúa la clave del buen profesional en su actitud, más que en sus conocimientos y en la formación que haya recibido, y sobre todo en el hecho de que trabaje en lo que le gusta.
A continuación, enumeraremos algunas de sus ideas, perfectamente aplicables a cualquier profesional de la asesoría, sea un directivo/socio del sector, abogado, un asesor fiscal o un asesor laboral:
- Cuando un asesor o un abogado empieza su carrera profesional, sería deseable que se plantee la especialidad que prefiere, así como el tipo de clientes y los temas que quiere asumir. Si bien todos sabemos que en los comienzos se suele aceptar lo primero que llega, es conveniente posicionarse de algún modo. Si se sabe lo que se quiere, es más fácil dirigir los esfuerzos hacia aquella dirección. Es importante que el abogado/asesor adopte una actitud activa desde el principio. Que sea él quien elige y no esperar a ser el elegido.
- Si estamos hablando de un abogado/asesor que trabaja para una firma, es cierto que deberá adaptarse a la estrategia de la misma. Así, si como suele ocurrir, ésta valora más el número de horas facturadas que la calidad del trabajo realizado, le será más difícil al profesional seleccionar los temas que quiere llevar. Aún así, si el abogado ha hecho una elección previa, también tenderá a incorporarse a aquel despacho que se acerque más a sus expectativas.
- Si bien es bueno que el abogado/asesor planifique mínimamente la carrera profesional que quiere desarrollar, resulta más efectivo marcarse pequeños objetivos personales, que supongan una cierta dificultad, pero que al mismo tiempo se puedan alcanzar. Si trabaja dentro de un despacho, no ha de esperar que éste se responsabilice de su carrera profesional, pues finalmente se trata de una responsabilidad individual intransferible. Si bien es cierto que la organización en la que se inscriba puede jugar un papel importante (motivación, delegación, formación), no es suficiente.
El buen abogado/asesor profesional no es el que capta más clientes y trabaja un mayor número de horas, sino el que mejora día a día sus habilidades, ganado prestigio, y por tanto consiguiendo que el mercado le valore más las horas que trabaja
- Siguiendo con el punto anterior, Maister distingue, entre “los rodadores”, profesionales de éxito, plenamente competentes, que trabajan mucho, hacen un buen trabajo y se preocupan de sus clientes, pero no aprenden cosas nuevas, sino que prefieren quedarse como están. Aparentemente son profesionales modélicos, pero que no saben evolucionar y no tienen capacidad de adaptarse a los cambios. Si trabajan por su cuenta, este tipo de abogados quizás conseguirá retener a su clientela de siempre, gracias a la relación de confianza que ha establecido con ella, pero difícilmente crecerá. Si trabaja para un despacho, puede llegar a convertirse en una carga para él. Por el contrario, si un abogado quiere ser –siguiendo la misma terminología- “una dinamo”, no sólo tiene que trabajar con ahínco, sino formarse continuamente, y estar abierto a los cambios que experimenta el mercado.
Antes de terminar, tan sólo decir que a pesar de que al hablar de la profesionalidad nos hemos centrado más en la figura del abogado/asesor individual, los criterios y consejos que hemos enumerado también pueden ser tenidos en cuenta a la hora de seleccionar a un colaborador, o incluso a un socio.
CHECK-LIST PARA EMPEZAR EL AÑO
- ¿Se ha marcado algún objetivo de trabajo para los próximos seis meses?
- ¿Le gusta los clientes que tiene?
- ¿Se reserva un tiempo –intocable- para su formación o escritura de artículos o notas?
- ¿Cuándo ha de buscar a un colaborador, prefiere su actitud más que sus habilidades actuales?
- ¿Está pendiente de lo que ocurre en el sector en el que se mueve?
DESPACHOS PROFESIONALES (CDDP)
Estrategia